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Masculinidades en el trabajo: una conversación que aún evitamos

  • Foto del escritor: Karina Ruilova
    Karina Ruilova
  • hace 6 días
  • 2 Min. de lectura

¿Alguna vez escuchaste en los pasillos de la oficina frases como “aquí hay que tener carácter”, “los hombres son los fuertes” o “aquí no hay espacio para la debilidad”?


Son expresiones que revelan algo más profundo: los mandatos de masculinidad que aún marcan cómo entendemos el liderazgo, la fuerza y el bienestar en el trabajo.

Hablar de masculinidades no es hablar solo de hombres, sino de los modelos culturales que también influyen en cómo nos relacionamos, cómo tomamos decisiones y cómo gestionamos las emociones en los equipos.


Muchas veces, esos mandatos —la presión por no mostrar cansancio, la idea de que liderar es “aguantar todo”, o que pedir ayuda es una señal de debilidad— moldean el clima emocional de las organizaciones sin que lo notemos.


Hace poco leí el artículo “Masculinidades positivas y bienestar laboral” de Grow – Género y Trabajo, y me dejó pensando en cuánto necesitamos abrir estos temas en las empresas, no desde la culpa, sino desde la consciencia y la posibilidad de cambio. Les comparto algunas reflexiones:


  • El mandato de “ser fuerte” puede ser agotador. Cuando los hombres sienten que deben mostrarse firmes todo el tiempo, tienden a callar el estrés, a no pedir ayuda y a normalizar jornadas insostenibles. En las empresas, eso se traduce en agotamiento silencioso, rotación y pérdida de talento clave. Un entorno que permite hablar de vulnerabilidad previene crisis antes de que escalen.

  • El liderazgo empático no resta autoridad. Escuchar, acompañar y mostrar vulnerabilidad no significa perder el control; significa liderar con consciencia. Los equipos confían más en quienes se muestran reales que en quienes aparentan invulnerabilidad.

  • El cambio empieza con pequeñas conversaciones. Preguntar “¿cómo estás de verdad?”, reconocer el esfuerzo de un colaborador o admitir un error propio son gestos que abren espacio al cambio cultural. No hace falta un gran programa: basta con practicar nuevas formas de mirar y acompañar.

  • Cuidar también es liderar. Ampliar o priorizar la licencia de paternidad, fomentar pausas activas e integrar la salud mental en la estrategia de bienestar no son gestos simbólicos, son decisiones que garantizan sostenibilidad. Los equipos que se sienten cuidados, cuidan mejor del negocio.


Hablar de nuevas masculinidades no se trata de cambiar lo que significa ser hombre, sino de liberar a las personas —de todos los géneros— de expectativas que ya no pueden sostener. Cuando permitimos que cada colaborador trabaje desde la autenticidad, construimos entornos más humanos, saludables y sostenibles.


👉 ¿Qué acciones crees que podrían ayudar a transformar estas dinámicas en tu empresa o equipo?

 
 
 

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