No hay una sola forma de ser mamá. Y las empresas deberían saberlo...
- Karina Ruilova
- 13 may
- 2 Min. de lectura
En el entorno empresarial muchas veces se piensa en un solo modelo de madre, la que trabaja en oficina, con jornada completa, que regresa al trabajo al poco tiempo del parto y que, idealmente, no deja que “la maternidad afecte su desempeño”. Pero la realidad es mucho más amplia. ¿Qué pasa con la madre emprendedora que vende desde su casa para poder estar con sus hijos? ¿O con la madre deportista que entrena mientras cría? ¿O la artista que vive de proyectos y cuida sin red de apoyo? ¿Y la madre migrante que sostiene a su familia desde otro país?
Reducir la maternidad a una sola imagen limita la forma en que las organizaciones entienden, acompañan y valoran la realidad de muchas mujeres. Y en ese punto, también se pierde talento.
En mis charlas suelo decirlo con un ejemplo muy simple: si yo soy abogada y tengo hijos, ¿dejo de ser abogada? No. Tal vez me desactualice un tiempo, sí. Pero eso no borra mi trayectoria ni lo que soy capaz de aportar. Lo mismo pasa con tantas otras mujeres que hacen pausas, transiciones o reinvenciones desde el cuidado.
Hace poco leí varios artículos sobre esto y recordaba cómo incluso en las postulaciones laborales, muchas veces se penaliza a mujeres con trayectorias laborales discontinuas sin preguntar por qué. Tal vez, fueron años de cuidado. Tal vez, de reinvención. Les dejo algunas reflexiones:
No todas trabajan en oficina ni todas siguen un camino lineal. Hay madres que emprenden, que hacen arte, que enseñan, que migran, que lideran negocios desde sus casas o que viven del día a día. Si nuestras políticas de empresa como los horarios flexibles, el retorno postparto o las ayudas para el cuidado están pensadas solo para una madre “corporativa”, nos quedamos cortos. Una empresa que solo da flexibilidad a madres con contrato a tiempo completo, ¿está incluyendo a las que colaboran por horas, o por proyecto?
Las madres desarrollan habilidades que toda empresa necesita: priorizar, resolver bajo presión, planificar a largo plazo. Muchas lo hacen sin horarios fijos, sin red de apoyo, sin manuales. Una madre que vendía online mientras cuidaba a sus hijos aprendió a usar herramientas digitales, gestionar clientes y manejar redes. Eso también es experiencia valiosa.
Si decimos que promovemos la equidad, tenemos que mirar también los caminos no tradicionales. Algunas mujeres interrumpen su carrera laboral para criar, otras se reinventan como freelancers, otras buscan un empleo formal después de años de cuidado. En lugar de preguntarse “¿por qué tiene un hueco de 5 años en su CV?”, tal vez la pregunta debe ser: “¿Qué hizo en esos años que puede aportar a nuestro equipo?”
¿Qué tipo de madres hay en tu equipo? ¿Qué tipo de apoyo necesitan? ¿Les sirve una sala de lactancia o más bien una red de cuidado comunitario? ¿Un día libre o una política de acompañamiento emocional?
No todas las madres son iguales. Y eso no es una debilidad, es una riqueza que muchas veces el mundo laboral no alcanza a ver. Si queremos construir empresas más humanas y sostenibles, empecemos por ampliar la mirada y romper el molde.
¿Qué tipo de maternidades hay en tu equipo? ¿Tu empresa está lista para verlas y acompañarlas? Te leo en los comentarios.