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Evaluaciones de desempeño: cuando el sesgo se convierte en un obstáculo para crecer

  • Foto del escritor: Karina Ruilova
    Karina Ruilova
  • 24 sept
  • 2 Min. de lectura

Cuando doy una charla sobre sesgos, siempre surge la misma pregunta: “¿Cómo los eliminamos?”. Mi respuesta suele sorprender: no puedes eliminarlos de la noche a la mañana. Los sesgos forman parte de lo que nos hace humanos. No se trata de borrarlos, sino de aprender a reconocerlos y gestionarlos conscientemente. Es un proceso continuo, desafiante, pero posible si existe compromiso individual y organizacional.

Hace poco leí el artículo “Cómo detectar y abordar los sesgos en las evaluaciones de desempeño”, publicado por Factorial de Symonds, y me hizo reflexionar sobre cómo estas distorsiones, si no se abordan, pueden afectar no solo indicadores, sino también la motivación y el futuro profesional de las personas. Les comparto algunas ideas clave que espero les pueda guiar:


  •  No podemos mejorar lo que no vemos. Antes de hablar de herramientas, métricas o capacitaciones, debemos aprender a identificar nuestros propios sesgos. Es incómodo mirarnos al espejo y aceptar que nuestras percepciones no siempre son objetivas, pero este paso es vital para dar retroalimentación justa y constructiva.

  • Una evaluación sesgada no solo afecta datos, afecta personas. En mis conversaciones con equipos de liderazgo, he visto cómo un comentario injusto o una calificación distorsionada puede dejar huellas profundas. No hablamos solo de promociones perdidas, sino de confianza rota y talento que se apaga porque no se siente valorado.

  •  La cultura pesa más que el proceso. Podemos implementar sistemas sofisticados, pero si la cultura organizacional sigue premiando la subjetividad o el favoritismo, el problema persiste. Necesitamos líderes que den el ejemplo y construyan entornos donde la equidad sea parte del día a día, no solo un discurso.

  •  El desarrollo de líderes conscientes es la clave. Reducir sesgos no se logra con una checklist, sino formando líderes que se cuestionen, que escuchen y que vean más allá de sus percepciones. Ellos son los guardianes de una evaluación justa y de una cultura que impulsa el crecimiento real.


Y bueno, si me preguntan cuál es la clave para trabajar en nuestros sesgos, diría que la honestidad consigo mismo y la práctica constante de cuestionar nuestras decisiones y percepciones. No se elimina de un día para otro, pero con conciencia, feedback y reflexión podemos mejorar cada vez más.


Las evaluaciones de desempeño deberían ser una herramienta para potenciar a las personas, no para frenarlas. La pregunta es: ¿estamos evaluando desde la objetividad y la empatía o desde nuestras creencias y prejuicios? 💬


 
 
 

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