Microagresiones y su impacto en el trabajo
- Karina Ruilova

- 14 jul
- 2 Min. de lectura
Con frecuencia, cuando converso con jóvenes profesionales sobre por qué decidieron desvincularse de sus trabajos, suelen mencionar varias razones: falta de oportunidades, líderes poco empáticos o ausencia de propósito. Pero hay una que, aunque no siempre se dice en voz alta, aparece constantemente: las microagresiones.
Algunos las vivieron directamente por parte de sus líderes, otros entre compañeros, y muchos simplemente las escucharon en los pasillos. Lo tenían tan normalizado que prefirieron irse. Lo que las hace “micro” no es que sean pequeñas o sin importancia, sino que suelen ser sutiles, repetitivas y muchas veces pasan como parte de la cultura del lugar. Sin embargo, su efecto acumulado puede ser devastador: deterioran el clima laboral, afectan la autoestima y rompen la sensación de pertenencia.
Varios de nosotros las hemos replicado, a veces de manera inconsciente y otras, sin detenernos a pensar en su impacto. Mientras leía el artículo de CultureAlly titulado “¿Qué son las microagresiones?”, no pude evitar recordar muchas conversaciones. Y quiero dejarles algunos de los aprendizajes que me quedaron:
¿Qué son realmente las microagresiones?: Son comentarios, gestos o suposiciones sutiles, a menudo inconscientes, que refuerzan estereotipos o jerarquías injustas
No es la intención, es el impacto: En entornos laborales, muchas microagresiones se disfrazan de cumplidos o comentarios inocentes “¡Qué bien te expresas para ser de la sierra!”; “¿Y tú eres jefa? Pensé que eras la asistente.”; “¡No pareces gay! Eres muy masculino.” … Aunque no haya mala intención, el mensaje es claro: que existe una forma “correcta” de ser, hablar o verse, y que lo diferente es raro o menos válido.
La ausencia de quejas no es una señal de éxito: Muchas personas no denuncian por miedo, desgaste o resignación. El silencio no significa que el problema no existe, sino que las condiciones para hablar no están dadas. Si no escuchas estas experiencias en tu empresa, es hora de preguntarte: ¿qué tanto se sienten seguras las personas para decir lo que viven?
Todos y todas podemos cometer microagresiones: Lo importante no es sentirnos “inmunes”, sino estar dispuestos a revisar nuestras palabras, nuestras bromas y nuestros gestos. No somos inmunes, pero sí podemos ser más conscientes. Quizás alguien no te dijo que tu comentario lo hizo sentir mal… pero eso no significa que no lo haya sido.
Algunas personas sienten que estos temas son demasiado “sensibles” o que ya no se puede decir nada. Pero cuidar la forma en que nos tratamos es respeto. Crear entornos psicológicamente seguros implica educarnos, escuchar y corregirnos, incluso cuando incomoda.
Las microagresiones nos rodean, pero no tienen por qué definir nuestros espacios de trabajo. Si queremos entornos donde todas las personas puedan sentirse valoradas, tenemos que aprender a ver lo que antes pasábamos por alto y actuar.
¿Has vivido o presenciado una microagresión en tu entorno laboral? ¿Cómo crees que tu organización puede abordarlas de forma consciente y sostenida?








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